Encuadernación
- Noheli Castellanos Alpizar
- 29 abr 2016
- 3 Min. de lectura
Encuadernación en rústica
La encuadernación en rústica es aquella que en lugar de utilizar un material más grueso, se forra el libro con papel (“encuadernación de tapa blanda”). Esta forma de encuadernación se utilizaba con más frecuencia en el S.XVIII para la realización de publicaciones periódicas, folletos, seriales y otros volúmenes finos.
Encuadernación en cartón o "cartoné"
Es similar a la rústica, pero en este caso en lugar de confeccionar las tapas del libro con papel, se confeccionan con cartón (encuadernación de tapa dura). Los planos interiores de las tapas son de papel y la parte interior del lomo (no aparente, pues está recubierta por el lomo de la cubierta) es de tela, aunque también puede ser de papel.
Tela o tela editorial
Alrededor de 1830, los editores empezaron a encuadernar sus libros en tela como alternativa a las tapas simples. Lo que empezó como una novedad y una forma de publicitar y diferenciar sus libros pronto se convirtió en una norma. Los compradores de libros vieron en las cubiertas de tela una alternativa barata a la re-encuadernación de sus propios libros por lo que el número de personas que re-encuadernaban sus libros para añadir a su biblioteca empezó a caer. Los términos “tela original” y “tela editorial” se refieren ambos a publicaciones donde la cubierta original de los libros era, y continua siendo, tela. Cuando el libro va completamente cubierto de tela recibe el nombre de libro encuadernado en todo tela y cuando solamente se cubre el lomo y las puntas de tela se le da el nombre de encuadernación a media tela.
Holandesa
La encuadernación holandesa se caracteriza por utilizar diferentes materiales en sus tapas. El lomo se forra con piel y el resto de la tapa se cubre con papel o tela. Si además los ángulos del libro van forrados con la misma tela que el lomo, hablamos de holandesa con puntas; mientras que la que cubre de piel la mitad del plano y el lomo es la llamada media holandesa.
Encuadernación en piel o pasta
Las tapas y el lomo están forradas íntegramente por piel, generalmente trabajada. La piel de becerro es la forma más común de encuadernación en piel. Estas cubiertas presentan una superficie lisa y suave sin rugosidades aparentes. Sin embargo también se pueden encontrar encuadernaciones con piel de cabra, cerdo e, incluso, de animales exóticos. Si cumple los requisitos de la holandesa se le puede denominar, también, media piel. Dentro de las encuadernaciones en piel encontramos las siguientes variantes:
Pergamino: Realizado con piel de carnero, de cabra o de asno. Puede ser flexible, si se emplea sólo el pergamino, o "a la romana", si el pergamino cubre cartón u otra materia dura.
Marroquín: Encuadernaciones caracterizadas por su durabilidad. Están realizadas con piel de cabra y usualmente se tiñen con colores fuertes y oscuros.
Pasta española: Se caracteriza por la utilización de la badana, piel de cordero u oveja curtida, con decoración que proporciona un acabado moteado o jaspeado.
Pasta valenciana: Igual que la española pero aquí la piel se arruga antes de teñirla, ofreciendo un jaspeado más rico y caprichoso que nos recuerda al mármol. Además, los tonos de la piel incluyen colores vivos y variados.
Piel con dorados: Encuadernaciones en piel diseñadas con adornos en dorado, generalmente realizados con planchas o hierros mediante la utilización de oro en panes o en película para fijar la decoración.
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